Decálogo de razones para preferir la pelota a la política
(Propuesto por un liceísta valiente en el epicentro León del Valle de la Muerte.)
1.- En el béisbol se respetan las reglas del juego, en la pelota no.
Salvo la época en que al régimen trujillista le dio por favorecer a El
Escogido, y el cuñado del Jefe, Francisco Martínez, era el presidente de ese
equipo, salvo los conocidos excesos de Petán Trujillo en los estadios, en la pelota
dominicana siempre se han respetado las reglas del juego.
A diferencia de la política, donde, como ocurrió a Bosch en 1990 o a Peña
Gómez en 1994, usted puede tener más votos que su contrincante y “perder” un
partido electoral, en pelota quien recibe cuatro bolas malas va a primera, y quien
En la política, en el año de 1966 se jugó un partido entre rojos y blancos en
donde el árbitro, -un gringo él- antes de iniciarse el partido ya había seleccionado
al equipo rojo como ganador, sin tirar la primera bola ni hacer el primer out.
Pero además, la fuerza policial del Estadio Quisqueya de entonces, le advirtió al
equipo blanco que de ganar el partido tendría que celebrar su victoria en el cementerio, el exilio o la cárcel.
Si Luis Polonia batea un elevado a los jardines y este es atrapado por el
jardinero, no hay árbitro vendido, fanático airado ni presidente de las Águilas o
de la Liga, que pueda hacerlo llegar a la primera base: Son las reglas del juego. Sin embargo en la política, en 1990 un jugador muy veterano y morado conecto
un jonrón por el campo central, pero el árbitro, sin inmutarse, dijo que los faults
no valen, y el veterano equipo rojo siguió al frente del campeonato nacional.
En 1994, el Alonso Perry de los jugadores nacionales, José Francisco Peña
Gómez, ganó un partido, pero después del out 27, el señor del equipo rojo, en
complicidad con la Liga, dijo que había que seguir jugando en su parque, y
Ya en 1996, al verse sin posibilidades de triunfo, el marrullero manager del
equipo rojo escogió a un prospecto morado al que se le movía bien la recta del
buen decir, y con él, en un segundo partido, frontal y patriótico, le venció.
Esas cosas no pasan en nuestra pelota, donde sí se respetan las reglas de
juego. 2.- En la pelota el robo es un mérito. En la política no.
Desde los veloces Ralph Garr, Miguel Diloné o Rafael Landestoy de los
años setenta y ochenta hasta hoy, que contamos con el espectacular José Reyes
de los Mets, el robarse una base ha sido un mérito beisbolístico de primera
importancia, y quien lo hace recibe los mayores elogios. Así, un primer bate que
se embase con facilidad y sea buen robados de bases le da una gran ventaja a su equipo, y es un gran atractivo y sustento para el negocio de la pelota.
Todo lo contrario de la política, donde el robar ha sido el problema
fundamental de todos nuestros equipos, y además, ni es espectacular, celebrado
ni admirable. Nuestra política nacional va de capa caída, cada vez con menos
calidad moral y menos credibilidad frente a los fanáticos, precisamente por un
exceso de Diloné, Landestoy o José Reyes en sus equipos.
Robar, en pelota es un mérito, hacerlo en la política es una vergüenza, un
3.- En lo del robar, la política ha sido más eficiente que la pelota.
Lamentablemente, a pesar de los esfuerzos de Diloné, Landestoy o José
Reyes, en eso de robar los atletas de la política han sido más eficientes que los de
En más de 15 temporadas políticas celebradas en el béisbol más o menos
democrático de nuestro país, a penas dos jugadores políticos han sido
condenados, expulsados del partido por robar las bases del erario, los dineros del
pueblo. Y es que, generalmente, ante el robo de una base, una visado en la frontera, unas piñas, un PEME o un RENOVE beisbolero, los manager de los
equipos terminan negociando con los directivos de la Liga, y nunca pasa nada.
En dos recientes campeonatos, ganados por los equipos morado en 1996 y
blanco en 2000, se ha puesto de moda que, llegado el momento del reclamo, estos equipos y sus dirigentes se desentiendan de los robos de base de sus
jugadores, y así no hay Miguel Diloné que pueda competir. Admitámoslo: en lo
que se refiere a robar, en la política hemos sido más eficientes e impunes que en
la pelota. 4.--Mientras la política todo lo pervierte, la pelota lo dignifica todo.
Salvo escasos momento de gloria y patria venerada, el país siempre ha
tenido en la política unos equipos equipo dispuesto a avergonzarlo, a burlarse de
él, a no cumplir las promesas. Todo lo contrario de la pelota. Y es que la pelota
nacional es una vacuna para la depresión social, un masaje para la autoestima de
un país que en política no termina de encontrar el camino, definir sus prioridades, y sigue en su Edad Media democrática.
Mientras la política nos avergüenza, la pelota nos llena de orgullo. En el
béisbol abundan los Sosa, Moisés, Alberto Pujols, sin embargo no hay manera de
que podamos clonar a estos caballeros para la liga política dominicana.
La desaparición de los tres grandes ases de nuestra política, (bateadores de
330, con más de 100 empujadas y 35 jonrones por temporada, nunca fueron
buenos robando bases, aunque hay que decir que apoyados en su gran
desempeño de hits y jonrones, más de un compañero de equipo robó como el que más.
La desaparición de esos jugadores del nivel de grandes ligas, Bosch, Peña,
Balaguer, ha debilitado la liga de la política nacional que se ha quedado huérfana
de buenos jugadores. Ahora todo el mundo anda bateando menos de 200, empujando menos de treinta, aunque en lo de robar bases o erarios somos cada
Mientras la pelota dignifica cada día más la nacionalidad dominicana, la
política la avergüenza, de tal modo, que más de la mitad de los fanáticos
dominicanos, si pudiera irse a ver los partidos de los Mets en New York, hace rato
La política es la negación de los valores que encarna la pelota: es decir,
gallardía, coraje, entusiasmo, optimismo, y sobre todo, respeto por las reglas del
5. En la pelota cada equipo juega con sus mejores atletas, en la política no.
A contrario de la pelota, en la política los equipos no juegan con sus
mejores atletas. Salvo una grave lección, nadie imagina la ausencia de Luis
Polonia en un partido de las Águilas. Sin embargo, en la política los equipos se dan el lujo de prescindir, en el caso de los rojos, de un jugador como del talante
de Eduardo Estrella, que coge, tira y batea a la derecha pero bien, y ha conectado
jonrones de honestidad personal en todos los estadios donde ha jugado, incluida,
la Liga Balaguerista, donde abundaban los robadores de base.
Como todos ustedes saben, el equipo rojo se decidió por un jugador muy
por debajo del promedio, que se mantiene en el equipo gracias a sus dones para
regalar golosinas a los porteros, “parqueadores” y fanáticos de los estadios de
En el caso del equipo morado, no hay manera de que saquen a lanzar a un
ya no tan joven prospecto de Ojo de Agua, provincia Hermanas Mirabal, que en
eso de no robar bases se parece mucho al jugador Eduardo, y que cuando le tocó
lanzar en el largo campeonato de 1996 a 2000, lo hizo muy bien.
En ese equipo morado existe otro gran prospecto de la región Sur, quien, a
pesar de sus buenos números, no acaba de gustarle a los fanáticos del Estado,
entre otras razones, por haberle ganado un partido a un compañero de equipo,
donde a los contrarios los ponchaba con dos strike, y los suyos se embasaban con tres bolas.
En el equipo blanco el drama ha sido peor, pues nadie se imaginaba que
ese equipo podría despreciar de manera tan contundente a una center field de
grandes dotes, jugadora exitosa en el play de la UASD, en el de la sociedad civil y el Congreso, con una tradición pelótica que le viene de su tío Juanito, líder de
todos los tiempos en jonrones de maestría política, verticalidad y respeto de la
palabra empeñada y los principios deportivos.
Esto sólo ocurre en la política, púes en la pelota, como les decía, no hay
manera de evitar que en un partido del Licey están siempre los “pequeños”, como
en las Águilas esta siempre Polonia, Mendy o Miguel Tejada. Sólo en la política,
en plena serie final, los equipos se dan el lujo de no utilizar a sus mejores
jugadores. 6. La pelota siempre ha ido delante de la política.
Cuando la pelota comenzó en nuestro país, allá por los finales del siglo 19,
la política olía a conchoprimo, a caciques y anarquía. Al poco tiempo, sirvió la
pelota para unificar deportivamente a un pueblo que Dios y el idioma español
Llegado el siglo 20, en la pelota seguimos avanzando cada año, pero en
política, en 1916, sufrimos una intervención extranjera para que el equipo gringo
pudiera quedarse con las entradas vendidas en cada partido, (toma de las
aduanas) y así nos dejarnos su impronta de dominio cultural y dependencia
Mientras se iban creando los cuatro grandes equipos del béisbol nacional,
en 1930 una tiranía bestial y sangrienta se apoderó del país, y una vez más la
Y así, mientras un tirano organizaba desde la muerte un país lleno de vida,
nuestros equipos de pelota se organizaban sin muertos ni abusos, sin violaciones
ni atentados, a penas con un exceso de refuerzos extranjeros que contrataba en
ese entonces el Licey, lo que provocó más de un disgusto entre los directivos de
los equipos. 7.- La pelota nos enorgullece, la política nos avergüenza.
Desde siempre, la pelota ha sido motivo de orgullo para los dominicanos,
mientras que la política cada cuatro años nos llena de vergüenza.
Mientras en política hemos sido un país aplazado que siempre llega tarde a
su cita con la civilización, la participación popular, la equidad social y los
auténticos valores de la democracia, resulta que el béisbol mundial está incompleto sin el nombre de la República Dominicana.
Cada mayo de cada dos años, en la política se inicia un desengaño. En
béisbol cada abril o cada octubre se inicia una epopeya deportiva que puede ir
desde los ponches de Pedro o Carmona, el carisma de bateador oportuno de David Ortiz, la espectacularidad de José Reyes, la templanza de Moises Alou, el
estilo confuso y genial, libertario y sin poses de Many Ramírez, o las glorias de un
norteamericano con raíces dominicanas llamado Alex Rodríguez.
La política nos avergüenza, la pelota nos llena de orgullo.
8.- La política y la pelota sucumbieron ante Trujillo.
Estos es cierto, sólo que la pelota se recuperó y la política no.
Trujillo y los suyos pervirtieron en algún momento el béisbol. Existen mil
anécdotas que lo confirman. A fin de cuentas, el perínclito ni los suyos no debían
perder jamás. Sin embargo, desaparecido Trujillo, los equipos de nuestra pelota
encontraron el camino de seguir jugando y haciendo feliz a los dominicanos, sin
Lamentablemente, en política nos ha ido tan mal que casi 47 años después
del final de aquel largo y trágico torneo de 1930 a 1961, la falta de autoridad y el
irrespeto a elementales reglas de juego, -esas reglas que tanto se respetan en la
pelota- han hecho a más de uno recordar con nostalgia la mayor satrapía que ha parido la América morena en su historia. Torneo de humillaciones y dolor que
nunca debió ocurrir, feria de horror desalmado ya quisiera olvidar.
El béisbol superó el trujillismo, pero la política sigue atrapada en su
incapacidad para regalarnos una democracia donde juguemos todos respetando
las reglas del juego, como en la pelota. 9. Con los norteamericanos, nos ha ido mejor en béisbol que en política.
En béisbol, los Estados Unidos han sido nuestros mejores aliados,
mientras que en la política, con sus nativos e importados, al apoyar a los peores
jugadores del béisbol político, desde Trujillo a Balaguer y otros deslices, siempre
nos han ayudado a perder, a no encontrar el camino de la institucionalidad, salvo cuando ella les conviene. En pelota ha sido muy diferente.
Los estadounidenses siempre han sido buenos árbitros, imparciales y
cooperadores, desde aquel Mr. Hatton o Mr. Roll que, siendo el jefe de una
fabrica de cervezas en nuestro país, era el árbitro por excelencia del béisbol en Santo Domingo a inicios del siglo XX. Incluso hay un dato importante: en
béisbol, en 1916 al equipo de las fuerzas de ocupación les ganábamos con mucha
frecuencia. En política, como es de todos conocido y padecido, los dominicanos
siempre hemos perdido, padeciendo los desmanes de los sepultureros -que ellos ayudaban a colocar “en el trono del mando y del castigo” como escribió Neruda.
Así, sabemos ya definitivamente que la participación del Dr. Balaguer
como manager del equipo nacional en 1966 fue una imposición de los Estados
Unidos, mientras en béisbol somos nosotros quienes hemos impuesto nuestra calidad en el mundo estadounidense, a tal punto que nuestros atletas del béisbol
son verdaderos héroes en esa sociedad. A Pedro Martínez no lo colocó nadie en el
box, ni le regaló el departamento de Estado un solo jonrón a nuestro bambino
También en nuestras relaciones con los norteamericanos, la pelota ha sido
10. Sólo en la pelota, y nunca jamás en la política heredan los desheredados.
Samuel Sosa dejó el limpiabotas por la gloria, David Ortiz ya no anda por
las calles polvorientas de Haina, sino en un Jet de la compañía Delta Air Lines que lleva su nombre. En política, a más poder menos país. En pelota, a más
La pelota nacional es el Prozac, o más bien, el Ben Gay de todas nuestras
vergüenzas, incluidas las vergüenzas políticas. Mientras va empeorando la política y sus miserias, nuestras glorias beisbolísticas son mayores. Mientras los
dominicanos nos sentimos más derrotados en el juego de los valores
democráticos y la civilización, surge con más fuerza de entre los lodos de nuestra
política, la gloria de nuestra pelota y sus ases.
A menos cultura democrática, más Licey, con perdón.
Mientras nuestros “bigleaguers” de la pelota, con sus hazañas nos llenan
de gloria, nuestros “bigtigueres” de la política con sus prevaricaciones nos llenan
Y ahora algo fundamental que denota y demuestra la superioridad de
nuestro béisbol sobre nuestra política: Las fortunas más transparentes del país
provienen de la pelota, las fortunas más oscuras de la nación nacieron de un político o sus testaferros.
Jugamos la mejor pelota del mundo, y padecemos la peor política social
del continente, y ahí están las estadísticas para demostrarlo.
En fin, mientras más conozco la política más amo la pelota.
Pero mayo 16 viene por ahí, y es bueno que los equipos políticos
enfrentados recuerden que en pelota los partidos no se terminan hasta que no se
-Escrito para la Tertulia del Centro León de Santiago, celebrada el jueves 17 de enero de 2008.
Case finding Î ltifac tori tori ële Multifactoriële eval uati interventies De zeven risicofactoren worden op gestandaardiseerde wijze geëvalueerd. In de praktijk gebeurt dit bij voorkeur multidisciplinair en worden de resultaten op een werkfiche genoteerd zodat alle disciplines de resultaten kennen. Een standaardvoorbeeld van een werkfiche kan gedow