Médicos y juristas, servidores de la vida y de la libertad
La vida de las sociedades contemporáneas esta atravesada por dos
grandes corrientes políticas tradicionales: la corriente socialista y la
corriente liberal. La corriente socialista pone de relieve la importancia de la
sociedad con respecto a los individuos; recomienda la intervención del
Estado para promover la igualdad entre los hombres y para planificar la
economía. Subraya la función del individuo en la sociedad política. La
corriente liberal subraya en cambio la primacía de los individuos respecto a
la sociedad; desconfía de la intervención del Estado y cree que favoreciendo
la libertad, los intereses de los individuos acabarán armonizándose. Subraya
los servicios que la sociedad debe prestar a individuos u asociaciones.
En la práctica, estas dos corrientes se entrelazan a menudo. En
Europa occidental. todas las sociedades son mixtas, es decir, que deben
mucho (tanto a la tradición liberal como a la socialista). La democracia se
caracteriza por una búsqueda permanente del equilibrio -siempre precario-
entre estas dos grandes corrientes. En una democracia, cada persona es
única y posee algo original para ofrecer a la comunidad; pero la comunidad a
su vez, ofrece a cada individuo unas posibilidades de desarrollo personal que
no existen ni en la sociedad despótica ni en una sociedad anárquica.
La historia contemporánea confirma empero que las democracias son
frágiles. Pueden derivar hacia el totalitarismo. El totalitarismo se caracteriza
por la voluntad de destrucción de las personas; el yo en sus dos
dimensiones: física y psicológica. Se ataca al hombre sobre todo en razón de
su naturaleza espiritual; porque es la imagen viva de Dios y, a través de él,
El nazismo: una perversión del socialismo
Junto con el comunismo -en avanzado estado de descomposición- uno
de los ejemplos más conocidos de totalitarismo, nacido de la tradición
socialista, es el nacionalsocialismo, más conocido bajo el nombre de
La ideología nazi pretende que lo que cuenta no son los individuos,
sino la raza, la especie o el Estado. El individuo no es, literalmente, más que
un miembro de un gran cuerpo que lo domina. El individuo debe pues
someterse a una moral de la especie y aceptar una medicina de la especie y
un derecho de la especie (o de la raza o del Estado). Los médicos han de
cuidar primero, de la sociedad; están al servicio del Estado y tratan a los
individuos según éstos sean útiles o nocivos para ese mismo. Las leyes se
adaptan a los intereses del Estado y legalizan la eutanasia, la esterilización y
el aborto, si dichas practicas son útiles para el Estado, la raza o la especie.
Si, por ejemplo, el individuo sufre de malformación, constituye un lastre
para la sociedad y ésta puede eliminarlo.
El liberalismo: su deriva totalitaria
Lo más sorprendente, es que el liberalismo puede también llevar al
totalitarismo. La deriva totalitaria del liberalismo se denomina anarquismo.
En esta sociedad anárquica, los individuos más fuertes son los que
dominan; imponen su voluntad, que adquiere fuerza de ley. Los más débiles
son aplastados. En el supermercado planetario, sometido a las leyes
implacables de la competencia, el hombre se considera un bien comparable
a otros bienes. Ha dejado de ser únicamente productor y consumidor, se ha
convenido en un producto al que se permite existir según los intereses, la
utilidad o el placer de los más poderosos. Si, por ejemplo, el individuo sufre
de malformación, constituye un peso para sus padres y éstos pueden
La ideología liberal pretende que lo que cuenta es la victoria del
"mejor". Hay que aceptar pues una moral individualista que consagra el
poder de los más fuertes, las leyes de la libre competencia y las "leyes
naturales" del mercado. El único hombre verdadero es el individuo solvente,
y peor para los que no lo sean! La medicina se ocupará pues de los
individuos según criterios de solvencia y de eficacia. Habrá que practicar
una medicina de ricos al servicio de los placeres, y una medicina para los
más débiles y pobres destinada a evitar que perturben el funcionamiento de
las leyes naturales del mercado y la tranquilidad de los ricos. El derecho se
adaptará a los intereses de los poderosos, que harán que se legalice el
aborto, la esterilización y la eutanasia, en su país o en el Tercer Mundo, si
dichas prácticas son útiles para sus intereses.
La conspiracion de la medicina y del derecho La alianza de la mentira y de la violencia
Vemos pues que las dos grandes corrientes, socialista y liberal, que
han alimentado la historia de las democracias pueden conducir a prácticas
totalitarias. Estas prácticas se caracterizan por la alianza de la mentira y de
la violencia, lo que subraya recientemente ss Juan Pablo II en la encíclica
Centesimus annus (nº 23, 25). Las "justificaciones" de estas prácticas son a
grosso modo las mismas en ambos casos: se utilizan mentiras para hacer
aceptar a la gente la violencia ejercida sobre sus cuerpos y su inteligencia.
La deriva totalitaria del liberalismo es la mayor amenaza que se cierne
hoy en día sobre la democracia. Esta deriva muestra que existe un
parentesco muy estrecho entre la perversión nazi del socialismo y la
perversión anárquica del liberalismo. Estas dos perversiones conducen a
unas prácticas idénticas que arruinan la democracia. En ambos casos, la
moral esta al servicio de los poderosos, la medicina esta al servicio de los
poderosos y la ley esta al servicio de los poderosos.
El gran peligro que amenaza a las democracias hoy en día no ha de
buscarse únicamente pues en personajes neonazis más o menos violentos o
folklóricos, ni en agrupaciones de antiguos SS nostálgicos.
El neonazismo, o mas bien el ultranazismo, esta presente en las
prácticas medicas, en las leyes y en la ética.
Estas prácticas tienen consecuencia gravísimas para las relaciones
entre países ricos y pobres. Ha dado comienzo una guerra mundial entre el
Norte y el Sur del planeta; y el Norte despliega en el conflicto un arsenal
biomédico y propagandístico tan importante como el arsenal militar
desplegado en el golfo Pérsico. En este arsenal se destaca la píldora abortiva
RU 486, a la que se ha denominado "pesticida antihumano" destinado a
industrializar la muerte de millones de inocentes. Así pues, la democracia no
esta sólo inacabada, sino que esta en grave peligro. Es víctima de lo que ss
Juan Pablo II llama, en Centesimus annus, la "cultura de la muerte".
Tanto en el caso del liberalismo como en el del nazismo, esta alianza
de la mentira y de la violencia esconde una verdadera conspiración entre la
Cuando el régimen nazi estaba en gestación, un jurista alemán, Karl
Binding (1841-1920) consagraba una obra a Die Freigabe der Vernichtung Lebesunwerten Leben (1920). En ella, el autor aportaba ''justificaciones" para
la eliminación de los seres humanos que la ley declarase inútiles o nocivos
para la sociedad. Respecto a la aplicación de las disposiciones legales que
proponía, recomendaba emplear los servicios de los médicos. Estos serían
los encargados de aplicar la "ley", es decir, de eliminar físicamente los seres
cuya vida se hubiese declarado desprovista de valor.
Binding sentaba así las bases de un derecho que pronto se pondría al
servicio de la raza por los nazis. En una primera etapa, estos se dedicarían a
practicar la esterilización de aquellos sujetos declarados inútiles o nocivos
para el Estado racista. Más adelante, en nombre de los mismos imperativos,
acabarían haciendo de la eutanasia una práctica corriente.
Vemos así que puede hablarse, en la Alemania de principios de siglo,
de una verdadera conspiración de juristas y médicos. Como lo explican
diversos estudios históricos recientes, esta conspiración es anterior a la
llegada del régimen nazi, y se encarga de preparar su ascensión al poder.
Quienes pagarán las consecuencias de esta alianza perversa son bien
conocidos: judíos, gitanos, zíngaros y todos aquellos que la ley, expresión
soberana de los intereses del Estado racista, declare individuos nocivos.
Encontramos otra alianza de la mentira y de la violencia en una de las
fuentes del liberalismo contemporáneo. También puede hablarse en este
caso de una verdadera conspiración entre la medicina y el derecho. El
ejemplo que vamos a exponer aquí es el de Galton (1822-1922). Primo de
Darwin, Galton aporta a las tesis de Malthus una importante precisión. Es
bien sabido que Malthus recomendaba que se dejase operar a la selección
natural, que consagra la emergencia de los más aptos y la eliminación de los
mas débiles. Galton recoge esta idea en una obra celebre, The hereditary genius, publicado en 1869, donde recomienda que se ayude a la naturaleza a
operar la selección que realiza espontáneamente. Lanza un termino que
todos conocemos: el eugenismo, y define su contenido. Se tratará, por un
lado, de estimular la transmisión de la vida entre individuos con éxito tanto
económico como intelectual, pues éste éxito manifiesta su superioridad
natural. Por otro lado, se tratara, de manera concomitante, de disuadir a los
pobres de transmitir la vida, pues su pobreza prueba que son seres de
Galton precisa incluso que lo único que cuenta en definitiva, hasta ser
determinante, es el patrimonio genético. El genio es hereditario, al igual que
la mediocridad. La influencia del ambiente se considera desdeñable. Galton
era primeramente un psicólogo, pero va a ejercer una influencia considerable
en la vida pública, en particular en la manera en que Inglaterra concebirá la
colonización. Como hay diferencias naturales insalvables entre las razas al
igual que entre los individuos, los mejor dotados de estos últimos, así como
las sociedades más ricas, estarán naturalmente autorizados a ejercer su
liderazgo sobre los demás. El derecho deberá tener en cuenta estas
diferencias naturales, inscritas en el patrimonio genético, y no dedicarse a
hacer reconocer la igualdad entre los hombres.
Consecuente consigo mismo, Galton es uno de los primeros en
recomendar la intervención del médico en la aplicación de esta selección
artificial. El primer terreno en que sus recomendaciones serán aplicadas
será la India, y sus tesis proporcionarán ''justificaciones científicas" para la
expansión militar y económica del Imperio británico.
Así pues, encontramos también en Inglaterra una verdadera
conspiración, alimentada esencialmente por las investigaciones del psicólogo
Galton, entre juristas, políticos y médicos. La idea central que cimenta esta
alianza es finalmente la afirmación de un determinismo sin piedad: los ricos
no han de sentir escrúpulos ante su riqueza, pues deben su superioridad a
la calidad de su patrimonio genético. Por lo tanto es natural que los pobres
sigan sometidos a los ricos y que estos los utilicen como mejor lo entienden.
De lo que acabamos de exponer, podemos deducir que, tanto en la
tradición socialista como en la tradición liberal, se perfiló muy pronto una
conspiración en que la medicina y el derecho se dan la mano para atacar a
la vida humana. Ello anuncia la emergencia próxima de dos formas
particulares de totalitarismo: una que precede de una perversión del
socialismo, y otra que se origina en una perversión del liberalismo.
La esencia del totalitarismo
Para comprender la malicia de esta conspiración, debemos pues,
llegados a este punto, interrogarnos sobre la esencia del totalitarismo.
Seguidamente, veremos como puede hablarse actualmente de una
conspiración entre derecho y medicina en las sociedades perteneciente a la
tradición liberal. Vamos a dejar de lado, pues, la perversión totalitaria del
socialismo, para fijar nuestra atención en la perversión totalitaria del
Preguntémonos pues, sin mas preámbulo, lo que se entiende, hoy en
No entraremos aquí en las distinciones más o menos sutiles que
utilizan los teóricos de la política entre la dictadura simple, autoritaria,
totalitaria, etc. Más vale proponer inmediatamente algunos puntos de
referencia sobre el tema y referirnos, por ejemplo a la obra de J. J. Walter,
Walter desarrolla una tesis en realidad muy sencilla. La esencia del
totalitarismo consiste en atacar al yo. El totalitarismo no se define
primeramente por la presencia de un régimen particular, ni por la ausencia
de un parlamento o de un sistema representativo, ni por la presencia de un
dictador, de un tirano o un déspota El régimen totalitario tiene como rasgo
típico el ataque del hombre en sus dimensiones física, psicológica y
espiritual. El totalitarismo inhibe, paraliza, congela y anestesia la capacidad
de juicio personal y de tomar decisiones libres. El totalitarismo aliena:
desposee al sujeto de sí mismo. Físicamente, la persona permanece, pero en
realidad ésta ha sido vaciada de sí misma. La explicación es evidente: los
caminos que llevan a la destrucción del yo proceden de dos orígenes: uno
parte de la destrucción del cuerpo y acaba por alcanzar el alcanzar el alma, y
el otro parte del alma y acaba invadiendo el cuerpo.
Gracias a estos preliminares, podemos comprender mejor ciertas
prácticas contemporáneas. No podemos extendernos aquí sobre este punto,
pero recordaremos al menos que con la expresión colonización ideológica
designamos una forma de desposesìón de uno mismo por otro. El
"neocolonizado" se ve invitado a adoptar el "prêt-a-porter" del pensamiento
constituido por la ideología; sufre así una ocupación ajena. Los
colonizadores ideológicos favorecen en el un comportamiento que está en
armonía con sus intereses. Si distrae la atención, se inhibe la capacidad
crítica, se retira toda responsabilidad y la persona se convierte en
"irresponsable" y "alienada".
La ideología asumida por el dominado, el colonizado mental, le
predispone a aceptar e incluso a consentir todas las formas de violencia
física que se le imponen. El dominio del cuerpo parte del dominio de la
inteligencia y de la voluntad. Se hace absorber a los colonizados un discurso
ideológico que disfraza los intereses del dominador. Este discurso tiene
efectos narcóticos: favorece la sumisión del sujeto. De esta manera, la
mentira ideológica apoya la violencia física. Pero el camino inverso es
también posible: la violencia física puede solicitar la ayuda de la falsedad
ideológica. Las prácticas violentas (aborto, esterilización, eutanasia, etc.),
ejecutadas según la política de los "hechos consumados", preparan las
mentalidades para aceptar las justificaciones ideológicas correspondientes.
Se comprende así fácilmente por qué el totalitarismo produce
necesariamente una conspiración entre el derecho y la medicina. Como Marx
reveló en la Ideología Alemana el derecho interviene como una
superestructura de falsedades, que deforma la realidad, dando de ella una
imagen invertida. Sólo es una superestructura ideológica que oculta la
identidad de los que la han construido y sus intenciones dominadoras. Ese
derecho no es más que un pseudo-derecho, pues esta al servicio de la
violencia que los médicos ejercen en favor de los autores de ideologías y de
sus intereses y lo que es más, la violencia física ejercida por la medicina se
inscribe en el contexto global de la violencia que resulta de las estructuras
mismas de la sociedad, violencia "legitimada" a su vez por la ideología que se
Una alianza al servicio de la vida y de la libertad
En la ultima parte de nuestro trabajo, vamos a mostrar pues, respecto
al aborto, como, por un lado, la naturaleza del derecho y de la medicina
pueden pervertirse, y cómo, por otro lado, puede concebirse la alianza de
uno (el derecho) y otra (la medicina) para servir al hombre.
Rechazar la tiranía de le mayoría
Interroguémonos primero sobre la formación de la ley. Los partidarios del
aborto afirman en general que en una democracia es la mayoría la que
decide: la conclusión es que el parlamento vota leyes que autorizan el aborto
Pero no es exacto que la democracia se defina esencialmente por la
aplicación mecánica y ciega de la regla de la mayoría. Ya Tocqueville ponía
en guardia en sus escritos contra la tiranía de la mayoría. En 1931, en
Italia, cerca del 99% de los profesores de universidad reconocieron la
autoridad de Mussolini. E igualmente, Hitler recibió su consagración del
parlamento. Es igualmente inexacto pretender que la democracia es una
sociedad en que todos pueden hacer lo que quieran, y donde la libertad
pueda llegar hasta el desenfreno. En sus cabañas, los esclavos disfrutaban
de una "libertad'' sexual total".
Lo que caracteriza a la democracia es anterior al uso de la regla de la
mayoría, sobre cuya base funciona un régimen de este tipo. La democracia
no se caracteriza en primer lugar por un modo de funcionamiento de
sociedades; en el sentido moderno del término, la democracia se define
esencialmente por un consenso fundamental de todo el cuerpo social
respecto al derecho de todo hombre a la vida, y a una vida digna. Este es el
primer derecho que ha de propugnarse - y protegerse. Por consiguiente, la
necesidad de esta protección justifica la represión, por parte del legislador,
de la conducta de individuos que se arrogan el "derecho" a disponer de la
Cuando el consenso relativo a este derecho fundamental vacila, cabe el
peligro de un regreso a los privilegios, injusticias y crueldades de siglos
pasados. Se abre la puerta a la barbarie. Una de las mayores ilusiones que
engañan a los Occidentales, según Solyenitsin, es la de pensar que porque
han pasado por la incubación de todas las formas contemporáneas de
barbarie, están definitivamente vacunados contra un posible y triunfal
La ley, reflejo de las costumbres
Otros buscan el origen de la ley en la conducta del hombre y en las
prácticas sociales. Afirman que la ley debe reflejar las costumbres y que -
según pretenden- el aborto ha entrado en las costumbres. Debe pues
Pero en estas cuestiones, lo que es mas bien cierto es que las
costumbres siguen a la ley: "Al modificarla, afirma Simone Veil, se puede
modificar todo el modelo (Pattern) del comportamiento humano". Los
observadores más competentes concuerdan en reconocer que en Francia, de
no existir la ley de legalización del aborto, muchas mujeres que abortan hoy
en día hubieran encontrado otra solución. Un Estado democrático reconoce
los derechos de sus miembros a la vida, a la libertad y a la seguridad de sus
bienes. No se arroga el privilegio de decidir quien, entre los inocentes, podrá
vivir o habrá de morir. No se arroga tampoco el "derecho" de definir quien
tiene derecho a robar, violar o matar. Un Estado que así obrase perdería su
calidad democrática, pues el cubrir las infracciones, toleradas con la
autoridad de la ley, no podrá sino favorecer la multiplicación de estas
mismas infracciones, en detrimento de personas y bienes. Pero tal es la
fragilidad de la democracia que puede incluso dotarse de leyes que ponen
El tomar este camino puede llevar muy lejos, pues donde se admita la
eliminación de los niños por nacer, se admitirá muy pronto -se admite ya- la
de los recién nacidos declarados anormales, de los enfermos incurables, de
los viejos, de todos los que "están a cargo de la sociedad".
Las feministas defienden, por su lado, una concepción de la ley que la
pone al servicio de los intereses de la mujer. A sus ojos, una ley que castigue
el aborto es odiosa para la mujer y un menosprecio de sus derechos.
Más las leyes que reprimen el aborto no niegan en absoluto los
derechos de la mujer, únicamente ponen de relieve el derecho a la vida del
niño por nacer, derecho que hoy queda escamoteado. Lo que estas leyes
afirman, es que nadie puede disponer de la vida de un inocente, poniendo
simplemente en práctica el principio general que caracteriza a toda sociedad
democrática: la igualdad de derechos de todos los seres humanos, en cuanto
a la vida. Por lo tanto, el carácter penal de estas leyes no es más que la
consecuencia de un derecho anterior, del niño por nacer. La violación de este
derecho es lo que reclama y justifica una sanción penal.
EI Estado de derecho y la justicia
Suele esgrimirse también un último argumento que revela como la
legalización del aborto puede pervertir hasta la raíz la relación intrínseca que
debe existir entre la ley y la justicia. Este argumento resalta que las leyes
que prohiben el aborto no son, o han dejado de ser, aplicadas. Se afirma
entonces que el estado de derecho ha dejado de respetarse.
Pero para que haya Estado de derecho en un país, no basta con que
exista una legislación cualquiera y que esta sea aplicada. Puede ocurrir que
el derecho caucione la tiranía y legalice el despotismo. El que la China tenga
sus leyes y que éstas sean aplicadas no significa que los chinos vivan en un
Estado de derecho. Hay Estado de derecho cuando la ley esta al servicio de
la justicia para todos y no para el grupo mas poderoso o numeroso. Si lo que
espero de la ley es que proteja mi vida y mi libertad, deberá también proteger
la vida y la libertad de los demás, y especialmente las de los más débiles.
Mediante un rápido examen de la medicina se observará que la
actividad médica puede también ser corrompida en su propia naturaleza por
la práctica del aborto. Veamos como puede suceder esto a partir de algunos
Los defensores del aborto afirman a menudo que, puesto que el
aborto existe, vale más legalizarlo y convertirlo en un acto médico, con el fin
de que se realice "en buenas condiciones".
Ello es olvidar que un acto médico no se define por el empleo de
instrumentos, medicamentos, instalaciones hospitalarias, ni por la puesta
en práctica de conocimientos o técnicas ni tampoco necesariamente por el
diploma universitario de que es portador el que lo realiza. El acto médico se
define con su finalidad: salvar la vida o mejorar la salud. La persona que
hace la respiración artificial a un accidentado realiza un acto médico; el
médico que colabora en una tortura no realiza un acto médico. El que el
verdugo sea relevado por el medico no basta para dar a un suplicio la
Igualmente, el que el aborto sea realizado por un medico y que las
técnicas empleadas se perfeccionen, no basta para convertir el aborto en un
Desde la maza a la bomba de neutrones, los hombres no han dejado
de hacer "progresos" en el arte de matar a sus semejantes " en buenas
condiciones". En 1941, los médicos SS de Auschwitz se felicitaban por haber
"humanizado" la exterminación en sus campos: habían sustituido el óxido de
carbono por un gas a base de cianuro. Las violaciones y los asesinatos se
hacen siempre en malas condiciones (al memos para las víctimas): ¿quiere
ello decir que habrá que crear centros donde dichos actos se hagan en
"buenas" condiciones ( para los autores), bajo vigilancia medica?
¿Vamos hacia una mutacion de la medicina y el derecho ?
A la luz de estas consideraciones, se ve claramente que la legalización
del aborto conlleva, a mas o menos corto plazo, una alteración substancial
de la imagen pública de la medicina y la magistratura. No sólo los médicos y
juristas se hacen cómplices en la eliminación de seres inocentes, sino que
acaban muy pronto poniéndose ambos al servicio de un gobierno totalitario.
Veamos primero cómo la legalización y la "medicalización" del aborto
inician un cambio radical en la concepción del médico y de la medicina. El
medico que invoca la legalización del aborto puede creer que esta sirviendo a
su paciente al hacerla abortar, pero cabe interrogarse sobre su actitud.
¿Cabe decir todavía que este médico esta incondicionalmente al
servicio de la vida desde sus comienzos?
¿No ha puesto su arte al servicio de las conveniencias de los mas
¿No sacrifica, por los intereses de éstos, la vida del más débil?
¿No cabe el riesgo de que el médico ponga su arte al servicio de las
conveniencias del Estado o de grupos dominantes?
¿No se convierte acaso en un mercenario preocupado no de proteger la
vida y la salud, sino de servir a un jefe y no a un enfermo?
Se sabe que existen hoy en día médicos que esterilizan, abortan, hacen
"lavados de cerebro", torturan o practican la eutanasia activa. Asistimos a
un cambio cualitativo esencial en la relación medico-paciente.
Y lo que es mas, algunos estudios publicados recientemente muestran
que algunos médicos proyectan asociarse al poder, participar en el mismo e
incluso Ilevar a cabo una "gestión estatizada de la vida". ¿Contra quien se
dirige esta tecnocracia medica?: ¿Contra las naciones Ilamadas
desarrolladas?, ¿Contra el Tercer Mundo?, ¿Contra los pobres?.
De ahí la necesidad de que cada medico manifieste sin ambigüedad su
posición en cuanto al respeto a la vida y su postura frente al poder político.
Y la necesidad de que los médicos decididos a servir la causa de la vida de
manera incondicional se unan a nivel nacional e internacional y organicen la
Veamos ahora cómo amenaza con ser corrompida la imagen del
La legalización y "medicalización" del aborto anuncian un cambio
radical del concepto de la magistratura y del juez.
La experiencia demuestra que, en los países en que se ha legalizado el
aborto, los jueces no tienen prácticamente posibilidad alguna de hacer
Y lo que es más grave, la mayoría de las legislaciones que autorizan el
aborto transfieren al medico la competencia del juez. Estamos aquí en
presencia de un nuevo caso de alienación: el juez es despojado de su función
primordial, que es la de hacer respetar la vida humana, con anterioridad a la
Ello hace que los jueces estén actualmente mejor armados para
proteger la propiedad, que la vida de algunas categorías de seres humanos.
Si están "alienados", es decir, privados de su competencia para proteger al
niño por nacer, estarán también desarmados cuando se trate de proteger la
vida de los ancianos, de los incurables y de cualquier clase de gente
Médicos e juristas: actores da la vida y de la libertad
Las conclusiones que se desprenden del conjunto de estas paginas
serán muy breves. Hemos podido ver que médicos y juristas podrán
convertirse en mercenarios sin escrúpulos, que ponen su saber al servicio de
los intereses de los poderosos, de los ricos, de la raza, del Estado o de la
Sociedad. Hoy como ayer, médicos y juristas pueden contribuir de manera
eficaz a la instauración de un nuevo totalitarismo.
Hemos visto el peligro que representaba la tendencia creciente a
politizar de manera conjunta las actividades médicas y jurídicas. ¿Que
significa aquí "politizar"? El médico se presenta como el conocedor de las
leyes del "orden" y del "progreso" de la existencia humana en su dimensión
biológica. Por ello, afirman algunos, debe contribuir al surgimiento de un
hombre nuevo que mejorará la humanidad genérica, es decir la especie. El
jurista, por su parte, lleva a cabo las "legitimaciones" de esta concepción de
la medicina, poniendo de relieve los intereses superiores de los poderosos o
Con estas premisas, el médico y el jurista se ven obligados
progresivamente a ponerse al servicio del cuerpo social, dejando de estar
primeramente al servicio de las personas.
Toda la discusión que precede nos lleva pues a reafirmar lo que
constituye el honor y la razón de ser de la medicina: el servicio de la vida humana, como es el honor y la razón de ser del derecho, el estar al servicio
Si se quiere evitar un retorno a posibles desviaciones totalitarias, la sociedad ha de poder contar con unas leyes que protejan la vida humana.
Estas leyes deben seguir siendo preventivas, disuasivas e incluso represivas.
• Preventivas, pues hay que prevenir una agresión irreparable
contra una vida humana expuesta a ser eliminada por los
• Disuasivas, pues hay que disuadir a la madre de tomar la decisión
de abortar, y ofrecer otras soluciones eficaces y comprensivas.
• Represivas, pues en una sociedad democrática. todo atentado
contra la libertad del prójimo, y con mayor razón contra su vida,
debe ser sancionado, teniendo por supuesto en cuenta las posibles
Las leyes deben incluso proteger a la medicina contra la perversión de
que puede ser objeto, ya sea bajo la presión de los mas poderosos y ricos, ya
sea bajo la presión de la sociedad y del Estado.
Ya se trate del derecho, de la medicina o de cualquier otra disciplina,
la actividad científica es un comportamiento típicamente humano. En virtud
ello, como todo comportamiento humano, los actos del jurista y los del
medico están subordinados a normas morales. Como todo hombre, el
universitario es un ser moralmente responsable. Hay que denunciar el
mito de la ciencia llevado hasta el amoralismo científico. Sí no, se llegará
rápidamente a una situación en que los universitarios sacarán argumentos
de su saber y de su competencia para imponerse a los demás o bien se
venderán a unos jefes que los utilizarán sin escrúpulos. En resumen, el
gobierno humano no puede confiarse a una tecnocracia médica o someterse
Una sociedad democrática es una sociedad en que médicos y juristas
trabajan juntos al servicio del hombre. Bajo esta condición merecen ser
reconocidos ambos como los pastores de la vida y de la libertad.
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