Salto a un nuevo período de la cooperación
Por SONG XIA* China hoy 2009,10 *Song Xia es investigadora del Instituto de Estudios de América Latina, subordinado a la Academia de Ciencias Sociales de China.
Medio siglo ha transcurrido desde que se firmara el primer acuerdo de cooperación económica y tecnológica entre China y Cuba, en noviembre de 1960, lapso en el que las altas tecnologías y la historia mundial han experimentado progresos y cambios significativos. Mientras, la cooperación chino latinoamericana en la ciencia y las tecnologías ha pasado de un programa unitario para la ejecución de proyectos sencillos a los programas completos, y del terreno limitado a las diversas y amplias esferas. Ahora los contactos científicos y tecnológicos desempeñan un papel cada vez más importante en el campo diplomático, y muestra de ello es que hasta el presente China ha establecido relaciones de cooperación e intercambio en ambos campos con 21 de los 33 países latinoamericanos. Período inicial Desde 1960 hasta la década del 70 del siglo pasado, las relaciones de China con América Latina en las esferas de la ciencia y la tecnología se limitaban a Cuba, y su contenido era monótono, abarcando la petroquímica, la fundición del níquel, el azúcar y el tabaco, además del área técnico-militar, pero el nivel fue bajo y esta etapa duró solo cuatro o cinco años y se limitó a la cooperación intergubernamental.
Conferencia de prensa del XIII Congreso de la Federación Internacional de Estudios sobre América
A mediados de los años 70 y hasta los 80, arrancó realmente la cooperación chino-latinoamericana. Con el deshielo de las relaciones entre China y Estados Unidos, la recuperación del puesto de nuestro país en la ONU y la promoción de la diplomacia diversificada que apreciaban los países en vías de desarrollo, naciones latinoamericanas como México, Chile y Brasil establecieron vínculos diplomáticos con China. Sin embargo, el modo de colaboración se limitaba en un principio a los actos gubernamentales, como las visitas estatales, la firma de acuerdos y los viajes de los científicos, mientras su contenido pasaba de los sectores tradicionales, como
agricultura, minería, pesca y silvicultura a las nuevas y altas tecnologías, como la satelital, la aeronáutica y la computación. El Acuerdo de Cooperación Científica, suscrito entre los gobiernos de China y Brasil, en mayo de 1984, amplió las relaciones a la agricultura, ganadería, piscicultura, silvicultura y sanidad, electrónica, informática, electricidad, tecnología aeroespacial y la estandarización, con lo cual la colaboración en los aspectos tradicionales fue sellada con carácter de alta tecnología. México introdujo de China la piscicultura de agua dulce y China aprendió de México la tecnología del cultivo del maíz de tallo bajo. En abril de 1985, las autoridades de China y Argentina firmaron el Acuerdo de Cooperación sobre la Utilización de la Energía Nuclear con Fines Pacíficos, y ese mismo año, inició junto a Chile la cooperación en la investigación científica en las zonas polares. En esta etapa, los contactos científicos y tecnológicos fueron una parte adicional de la cooperación económica y comercial y los frecuentes intercambios se realizaron sobre la base de las crecientes relaciones económicas y comerciales entre China y América Latina. Cabe señalar que en los primeros años de los nexos entre China y América Latina, sólo México, Argentina y Perú tuvieron contactos científicos y tecnológicos con nuestro país, el resto no lo hizo sino hasta después de 1978, cuando en nuestro país se puso en marcha la política de reforma y apertura. Las relaciones de ciencia y tecnología entre China y América Latina, que pasan de los sectores tradicionales y las tecnologías de nivel bajo a los de las nuevas y altas tecnologías, se deben no sólo a la necesidad propia de desarrollo de las tecnologías pioneras, sino también al cada vez más severo monopolio tecnológico de los países desarrollados, porque en la época de los grandes adelantos, este sector y el científico han sido factores de peso para aumentar su influencia internacional y controlar a los países en vías de desarrollo. Desarrollo sustancial a fines de los 80 Desde finales de los años 80 del siglo pasado, la cooperación científico-técnica entre ambas partes empezó a tomar el camino del progreso sustancial, como lo demuestra la suscripción en 1988, por parte de China y Brasil, del Protocolo sobre la Ratificación de la Fabricación del Satélite de Recursos Terrestres entre China y Brasil, y el lanzamiento del primer satélite de recursos terrestres coproducido por ambos, en 1999. Este fue el punto de inflexión en los vínculos científicos y tecnológicos entre China y América Latina, que puso fin además a la historia de dependencia internacional de las dos naciones para la utilización de los servicios satelitales de recursos y permitió consolidar la base de la cooperación científica y aeroespacial bilateral. El éxito de los trabajos conjuntos tuvo un efecto influyente y muy alentador, que no solo posibilitó acelerar los pasos de todo cuanto se estaba haciendo hasta entonces, sino que animó también a los demás países latinoamericanos a impulsar su cooperación con China. Fue justo en esta etapa que la nación asiática emprendió también su colaboración con América Central, donde había firmado un acuerdo de cooperación científica y tecnológica con Costa Rica.
La labor desplegada durante esos años tuvo un trasfondo histórico importante. La disolución de la Unión Soviética y los drásticos cambios del mapa geopolítico de Europa Oriental, que constituyeron el fin de la Guerra Fría. Con la evolución de las relaciones internacionales y el reajuste de la configuración mundial se presentó un ambiente pacífico y confortable para los La empresa mixta chino-brasileña Harbin Embraer países en vías de desarrollo en la
Aircraft Industry fabrica los aviones del modelo
civil. El bloqueo tecnológico de Estados Unidos contra América Latina se tradujo en una buena ocasión para incrementar la cooperación tecnológica entre China y la región y romper el monopolio tecnológico internacional. En ese momento, muchos países latinoamericanos empezaron a aplicar políticas económicas neoliberales, caracterizadas por una mayor apertura y la liberalización comercial. La incorporación de China en la OMC, en 2001, impulsó la colaboración y el intercambio tecnológico entre ambas partes, en beneficio de los intereses mutuos. Hasta 2004 se habían firmado más de 100 acuerdos de cooperación que abarcaban desde el sector satelital hasta el agrícola, donde los trabajos se concentraron principalmente en la transformación de la agricultura tradicional a la biológica. Siglo XXI: Altas tecnologías Al entrar en el siglo XXI, los contenidos de las altas tecnologías ocupan cada vez una mayor proporción en los acuerdos que se han venido firmando entre China y América Latina, mientras el intercambio científico y los simposios profesionales se inclinan hacia los terrenos de las altas tecnologías. En abril de 2001, China y Brasil iniciaron una nueva cooperación en la tecnología biológica, la información, las telecomunicaciones y las nuevos materiales, consideradas promotores de la renovación tecnológica en esta centuria. En julio de 2008, los gobiernos de los dos países emprendieron un trabajo conjunto sustancial para el desarrollo de los programas de software y actualmente tienen las condiciones para desarrollar software con los correspondientes derechos de propiedad intelectual. La similitud y la complementariedad de ambas partes sobre la necesidad de los programas de computación han sido la base de dicha cooperación. El 19 de mayo de 2009, se firmó el Programa de Trabajo de Cooperación Científica y Tecnológica e Innovación entre China y Brasil, tomando como terrenos preferenciales la energía biológica, la nanotecnología y la ciencia de la agricultura. Ahora la ciencia y la tecnología constituyen un pilar para la cooperación estratégica bilateral. Las dos partes concuerdan en el interés de estimular y apoyar a las instituciones científicas y las empresas para invertir en las industrias de altas tecnologías. Es bien sabido que los dirigentes chinos y brasileños toman la cooperación en el aspecto aeroespacial como ejemplo de la cooperación Sur-Sur.
Además de la colaboración entre los gobiernos centrales, la cooperación entre localidades de distintos niveles logró también importantes avances, como los conseguidos por las ciudades de Shanghai, Fujian, Shanxi y Shandong, que han desarrollan proyectos con instituciones similares de Brasil y México. En 2002, la Corporación de la Industria Aérea de Brasil y el Grupo de la Industria Aérea de Harbín coinvirtieron para establecer la empresa Harbin Embraer Aircraft Industry, que se encarga de la producción del avión ERJ-145. Esta es la primera asociación de China con una empresa aérea extranjera para la producción de aviones mediante la inversión compartida. Por su parte, Politec, la mayor empresa privada y mayor proveedor de información de Brasil, ha mantenido estrechos vínculos y contactos con el Gobierno, instituciones bancarias y empresas del software de China, y Avibras, pionera brasileña en el diseño de la ingeniería, el estudio del espacio y las industrias de uso militar y civil, así como el sistema de defensa, ha formado una alianza con la Corporación de la Industria Changcheng de China, de la que ha surgido Inscom, nueva empresa de telecomunicaciones por satélite. Además de las empresas, las universidades e instituciones académicas afianzan sus nexos y apuran los pasos en las iniciativas compartidas. En 2009 la Universidad Federal de Río de Janeiro y la Universidad Tsinghua, de China, establecieron un centro para el estudio sobre renovación tecnológica, cambio climático y energía, entidad que se ubica en el campus de la alta casa de estudios china y está financiada por Finep, institución brasileña basada en el apoyo a los programas de estudio; y la brasileña Embrapa firmó varios acuerdos de cooperación en biotecnología y tecnologías transgénicas en la producción de algodón con la Academia China de Agricultura y el Instituto de Investigación de Arroz de China. Asimismo, se ha impulsado considerablemente la cooperación en materia de energía renovable, biotecnología y medicina entre China y México.
En este período, China aumentó su apoyo tecnológico a los países latinoamericanos. El “Plan Chispa en
América Latina”, edición internacional del Plan de China, activado en 2001, se destina a divulgar en Latinoamérica las tecnologías de avanzada y las experiencias en la agricultura. La primera parada de ese programa corresponde a Venezuela, donde hasta ahora se ha firmado un acuerdo de cooperación entre la Academia de Ingeniería de China y el Ministerio de Planificación y Desarrollo de ese país. El 29 de octubre de 2008, China lanzó con éxito el satélite de telecomunicaciones Simón Bolívar o Venesat 1, contratado por el propio Estado sudamericano. En este trabajo, la parte china se encargó del diseño, fabricación, montaje, ensayo y lanzamiento, además de realizar el control terrestre y proveer el equipamiento necesario. Este es fue el primero fabricado y lanzado con tecnología china y el primer satélite que el país exportó a América Latina con un servicio completo. El presidente venezolano Hugo Chávez denominó la puesta en órbita como “histórica”, pues marcó la entrada de Venezuela en la era espacial. Además de la asistencia tecnológica directa, China ofrece cursos de capacitación para los profesionales latinoamericanos, como la capacitación de 100 expertos venezolanos en la fabricación de satélites y el control remoto, la preparación de personal especializado en el diseño aeronáutico, manufactura, telecomunicaciones, computadoras y materias, así como en el adiestramiento de jóvenes científicos cubanos en la nanotecnología. Vale la pena destacar que China desarrolla también la cooperación científica y tecnológica con diversos países latinoamericanos, de acuerdo con su capacidad en diferentes sectores, sentando pautas para el intercambio científico y tecnológico. Por ejemplo, la cooperación entre China y Venezuela reside en la tecnología aeroespacial, satélite, la tecnología militar e Internet; China y Cuba cooperan en medicina y tecnología informática; China y Brasil se ayudan mutuamente a avanzar en los campos de los combustibles biológicos, informática, industria farmacéutica, nuevos materiales, exploración petrolera en aguas profundas en el mar, informatización de la agricultura, energía de hidrógeno, batería de combustible y energía biológica de tercera generación; China y Perú cooperan en la investigación sismológica; China y México colaboran en la agricultura biológica, medicina biológica y diversidad biológica; China y Argentina intentan cooperar en astronomía, medición a distancia con láser por satélite, agricultura y alimentos. Mientras los contactos referentes a las altas tecnologías se limitan a pocos países como Brasil, Argentina y México. En general, la perspectiva de cooperación entre ambas partes es buena y reserva aún un gran potencial. El 5 de noviembre de 2008, el Gobierno chino publicó el Documento de la Política de China para América Latina y el Caribe, en el que resume los principios para orientar la cooperación de ambas partes en diversos sectores, incluidos los de las ciencias y las tecnologías, lo que implica que dicha relación va a entrar en un nuevo período de desarrollo.
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