2010 Año del Bicentenario Lectura de Cho (La epidemia depresiva) Franco Berardi
La mañana del 20 de abril leí el Corriere del a sera. En la página 20, en la parte de arriba de la página,
había una nota dedicada a la hazaña de Cho Seung Hui, el muchacho coreano que había ido a buscar a
su novia al Virginia Tech, y no habiéndola encontrado, fusiló a una treintena de estudiantes y
Las armas, el delirio, la muerte. En vivo, el video del asesino es el título del artículo: a su lado, en una
foto, aparece el muchacho empuñando dos pistolas con manos enguantadas, con los brazos bien
abiertos, como en una publicidad de videogames de Lara Croft.
Hasta aquí nada extraño. Todos los diarios del mundo aquel día hablaron de Cho Seung Hui, quien
después de haber asesinado a dos personas a las ocho y media y antes de volver al Virginia Tech para
asesinar a muchas más, había pasado por su casa, había preparado un paquete con un videotestamento
y lo había enviado a la NBC que, naturalmente lo había puesto al aire.
Pero lo que me l amó la atención fue la parte inferior de la página 20. En un primer momento, echando
un vistazo global y veloz, pensé que la parte inferior de la página formaba parte de la misma noticia.
Sobre fondo negro se podía ver la imagen de una mujer de rasgos asiáticos, probablemente coreanos.
La mujer l eva anteojos oscuros que tornan duro, agresivo, fuerte su aspecto, y está retratada en tres
posiciones distintas que se superponen. En el primer cuadro, se presenta de frente, girando hacia
delante el busto y extendiendo la cabeza, con el brazo izquierdo hacia atrás como para lanzarse hacia
el lector. A la derecha, la misma persona levanta una pierna y lanza los brazos hacia atrás levantando
un maletín de un material sintético blanco (como el tail eur que l eva). A la izquierda la posición se
vuelve decididamente violenta: la señora levanta la pierna izquierda como para pegar una patada a
alguien que no se ve, y con el brazo derecho doblado hacia atrás parece juntar todas las fuerzas de las
que dispone. Se trata de un recuadro publicitario de Intel corporation que promueve su procesador
Y, en efecto, en el mismo recuadro, se puede leer el slogan publicitario que reza:
Prestaciones multitasking duplicadas con el procesador Intel Core 2
¿Por qué eligieron una mujer asiática exhibida en esa posición? El Extremo oriente transmite
vibraciones de agresividad, decisión en el trabajo, incesante activismo, movilización permanente de
las personas, éxito en la competencia internacional.
El imaginario de referencia de Cho es el mismo que el de los publicitarios de la Intel corp. Y el mensaje
que proviene de las imágenes filmadas por el muchacho para la NBC es el mismo mensaje que los
publicitarios intentan comunicar a sus lectores.
El ciclo de pánico depresivo Las explosiones de suicidios se encuentran a menudo ligadas a un cuadro psicopatológico de tipo
depresivo. Muchos han denunciado los efectos violentos, con trasfondo suicido-homicida, de pacientes
depresivos tratados con productos antidepresivos que funcionan removiendo la inhibición a actuar, en
lugar de interrogar las implicaciones psíquicas profundas de la depresión.
La depresión no alcanza para explicar explosiones de violencia como la de Cho. La acción de Cho es
compleja, creativamente concebida y articulada. Una obra de arte saturada de referencias simbólicas,
fragmentos de terror-pop contemporáneo. Sobre un trasfondo depresivo, testimoniado incluso en el
texto escrito que acompañaba el video de Cho, emerge una potente reacción que se alimenta de
varias sustancias fácilmente accesibles: psicofármacos, imaginario terror-pop, armas de precisión y de
alta potencia. No sé qué psicofármacos tomaba Cho.
La página del Corriere Del a sera sugiere, en la casualidad del acercamiento de la inserción
publicitaria, una clave de lectura que no se puede reducir a un cuadro depresivo: la acción agresiva de
Cho está ligada a una saturación de los circuitos de elaboración emocional y parece originada por un
cortocircuito provocado por la sobrecarga. Un comportamiento explosivamente violento sigue a la
pérdida de control sobre la relación entre estímulos informativos y elaboraciones emocionales.
El acting out asesino puede ser, en origen, la consecuencia de una depresión, probablemente tratada
con sustancias que permiten saltar la inhibición a actuar sin hacer mel a en el nudo depresivo.
Pero sobre esta desinhibición farmacológica se ha empalmado un universo semiótico en plena
ebul ición, una avalancha de semio-estimulaciones que han conducido al psico-organismo a una suerte
El objeto a indagar es el ciclo pánico - depresión.
El mensaje de Intel corporation, como en general el flujo de estimulaciones publicitarias, moviliza la
agresividad competitiva, la trasgresión violenta de las reglas, la afirmación impetuosa de la propia
expresividad. El multitasking al que hace referencia la publicad de Intel es el factor más potente de
intensificación de la productividad del trabajo cognitivo. Pero el multitasking es, también, un factor de
desestructuración de las facultades de elaboración racional de las informaciones y un factor de
sobreexitación patógena del sistema emocional.
En el new speak del hiperliberalismo semiocapitalista la expresión Multiplica tu libertad significa:
“multiplica tu productividad”
No es sorpresivo que la exposición al flujo de estimulaciones informativo-publicitario-productivas
produzca efectos de tipo pánico, neurasténico y de patológica irritabilidad. Pero no existe linealidad en
la sucesión entre estímulo movilizante de la energía nerviosa y acción violenta, de lo contrario todos
los trabajadores sobreexpuestos a un intensa explotación nerviosa se transformarían en asesinos y
esto, por el momento, no sucede. El circuito es más complicado. La constante movilización de las
energías nerviosas puede l evar a una reacción de tipo depresivo: la frustración de los intentos de
acción y de competencia l evan al sujeto a retirar su energía libidinal de la arena social. El narcisismo
frustrado se retira y la energía se apaga.
La acción terapéutica no se dirige, en este punto, hacia el núcleo profundo de la depresión, porque el
núcleo profundo de la depresión (como veremos) es inatacable por parte de las fármaco-terapias. El
tratamiento terapéutico de la depresión implica un trabajo prolongado y profundo de elaboración
lingüística y la fármaco-terapia puede actuar eficazmente sólo sobre bloqueos que inhiben la acción,
no sobre el núcleo mental de la depresión. Y esta acción desbloqueante puede estimular una acción
Intensificación del estímulo nervioso, retiro de inversión libidinal, dolorosa compresión del narcisismo
son los aspectos de un cuadro patológico hoy bastante difundido. Podríamos distinguir netamente las
patologías de sobrecarga (el pánico, el disturbio de la atención, la dislexia) de las patologías de
desinversión (depresión y, al límite, autismo). Pero luego de haberlas distinguido conceptualmente
deberíamos ver cómo estas patologías, cuyas génesis son distintas, actúan de manera
complementaria y simultánea provocando formas extremas de violencia.
Naturalmente, los fármacos que remueven los obstáculos inhibidores de la acción sin afectar el núcleo
depresivo pueden funcionar como desencadenadores de acciones privadas de pensamiento, puras y
simples explosiones autodestructivas o violentas.
”Desde 1980 la neurosis de angustia ha estado dividida en dos categorías: el ataque de pánico y el disturbio ansioso generalizado. Estos dos síndromes son rápidamente pasados al campo de los disturbios depresivos porque se pueden curar mejor con los antidepresivos que con los ansiolíticos. La angustia es, hoy, un aspecto del continente depresivo”. (Ehrenberg, La fatigue d'etre soi, Odile Jacob,
El cuadro patogénico fundamental de la época en la que emerge la primera generación conectiva es la
hipermovilización de las energías nerviosas, la sobrecarga informativa, el stress de atención constante.
Un aspecto particular y una consecuencia importante de la hipermovilización nerviosa es la rarificación
del contacto entre cuerpos, la soledad física y psíquica de los individuos infoesferizados. Dentro de
estas condiciones, deberíamos analizar la depresión como fenómeno epidémico secundario pero
perfectamente integrado en el cuadro psicótico-pánico de la primera generación conectiva.
Conceptualmente, me interesa distinguir las patologías de trasfondo ansioso de aquel as que tienen un
trasfondo depresivo, porque en las primeras veo el efecto de una sobrecarga excitatoria, mientras que,
en las segundas, veo un efecto de desinversión de la energía. No obstante, si quisiéramos explicar la
explosión epidémica de la violencia en el alba del nuevo milenio, deberíamos ver el cruce entre estos
dos niveles. La hiper-excitación frustrada l eva a una desinversión de la energía libidinal que l amamos
depresión. Pero el sujeto puede hacer saltar el bloqueo depresivo gracias a los productos
farmacológicos o a un shock de comportamientos que pueden ser mortales.
Sentido, depresión, verdad La depresión no es reducible al campo de la psicología. Ésta interroga al fundamento. La depresión
melancólica puede ser entendida en relación con la circulación del sentido.
Situado frente al abismo del no ser del sentido, el amigo habla al amigo, y juntos construyen un
La depresión interroga la fiabilidad de este puente. La depresión no ve este puente. Lo ha perdido de
vista. O, quizás, ha visto que no existe. La depresión desconfía, incluso, de la amistad, o no la
reconoce. Por consiguiente, no puede percibir un sentido porque el sentido no existe más que en el
El sentido es proyección de una inversión cognitiva y emocional. Podríamos decir que el sentido es el
efecto de una inversión libidinal en la interpretación, en la construcción de significado. El último libro
de Deleuze y Guattari, ¿Qué es la filosofía?, contiene reflexiones sobre la vejez, sobre la amistad, sobre
el caos, sobre la velocidad. Se asoma el tema (en otros lugares de sus bibliografías siempre removido
o explícitamente negado) de la depresión.
“El caos se define menos por su desorden que por la velocidad infinita con que se esfuma cualquier forma que se esboce en su interior. Es un vacío que no es una nada, sino un virtual, que contiene todas las partículas posibles y que extrae todas las formas posibles para desvanecerse en el acto, sin consistencia ni referencia, sin consecuencia. Es una velocidad infinita del nacimiento y del desvanecimiento…” (¿Qué es la filosofía?, pág. 117) “No hay nada más doloroso, más angustiante, que un pensamiento que se escapa de sí mismo, que las ideas que huyen, que desaparecen apenas esbozadas, roídas ya por el olvido o precipitadas en otra ideas que tampoco dominamos. (…) Son velocidades infinitas que se confunde con la inmovilidad de la nada incolora”. (op.cit. pág. 202).
La aceleración infinita del mundo respecto de la mente es el sentimiento de estar definitivamente
aislado del sentido del mundo. E inmediatamente se transforma en no recordar más aquel sentir que
El sentido no es lo que encontramos en el mundo, sino lo que somos capaces de crear. Es lo que,
circulando en la esfera de la amistad, del amor, de la solidaridad social, nos permite encontrar sentido.
La depresión puede ser definida como una falta de sentido, como una carencia de la capacidad de
encontrar sentido en la acción, en la comunicación, en la vida. La incapacidad de encontrar sentido es,
sin embargo y ante todo, incapacidad de crear sentido.
Pensemos en la depresión de amor. El enamorado concentra la creación de sentido en torno a la
persona que es objeto de su deseo. El objeto del amor se vuelve aquel o que atrae la energía
deseante. Si este objeto falta, la capacidad de creación de sentido se anula y, por lo tanto, ya nada
tiene más sentido en el mundo. “Ya nada tiene más sentido para mí”, dice el enamorado abandonado,
y esta frase tiene un significado preciso, no metafórico.
Julia Kristeva, en su Sol Negro escribe:
“El humor depresivo se constituye como un soporte narcicista negativo, ciertamente, pero, sin embargo, capaz de ofrecer al yo una integridad incluso no verbal. De esto deriva que el afecto depresivo supla a la invalidación y a la interrupción simbólica (a el “no tiene sentido”) y, al mismo tiempo, lo proteja contra el pasaje al acto suicida. Esta protección es aún frágil. La Verleugnung, el reniego depresivo que aniquila el sentido de lo simbólico, aniquila también el sentido del acto y l eva al sujeto a cometer el suicidio sin angustia de desintegración, como una reunión con la no integración arcaica tanto más letal cuanto jubilatoria, oceánica.” (Julia Kristeva: Il sole nero, Feltrinel i, Milano,
1988, pág. 24 edición original, 1987 título Le soleil noir. Depression et melancholie).
Si consideramos la depresión como suspensión de la posibilidad de compartir el sentido, como el
despertar en un mundo sin sentido, debemos decir que, desde un punto de vista filosófico, la
depresión es, simplemente, el momento más cercano a la verdad.
El depresivo no pierde, en absoluto, la capacidad de elaborar racionalmente los contenidos de su
experiencia y los de su saber; es más, su visión puede alcanzar una radicalidad absoluta de la
comprensión. La depresión permite ver aquel o que habitualmente escondemos a nosotros mismos a
través de la circulación continua de la tranquilizante narración colectiva. La depresión ve lo que el
discurso público esconde. La depresión es la mejor condición para acceder al vacío, la última verdad.
Al mismo tiempo, sin embargo, la depresión paraliza toda capacidad de acción, de comunicación, de
intercambio. Precisamente por este aspecto, que es psíquicamente secundario y pragmáticamente
decisivo en la inhibición del acto, actúan los psicofármacos de la familia de los antidepresivos.
No intento negar que los fármacos puedan tener eficacia sobre los síntomas de la depresión y no
niego, tampoco, que removiendo los síntomas se pueda volver a poner en marcha una energía
temporariamente paralizada y, de este modo, superar el núcleo mismo de la depresión. Pero subrayo
el hecho de que la depresión es otra cosa respecto de sus síntomas, y que la cura de la depresión no
puede tener otro camiono que el hacerse cargo de la singularidad impermanente (o de la
El contexto social de la epidemia depresiva En su libro La fatigue d'etre soi, Ehrenberg parte de la idea de que la depresión es un disturbio para
comprender un contexto social. En un contexto altamente competitivo como el actual, el síndrome
depresivo produce una espiral infernal. La depresión resulta de una herida narcisista, esta herida
reduce la energía libidinal invertida en la acción y, por consiguiente, la depresión se refuerza por el
hecho de que ésta provoca una caída del activismo y de la capacidad competitiva.
“La depresión se afirma cuando el modelo disciplinar de gestión de los comportamientos, las reglas de autoridad, de conformidad que los interdictos que asignaban a las clases sociales un destino han dejado paso a normas que incitan a cada uno a la iniciativa individual, intimando a las personas a volverse sí mismas. Producto de esta nueva normatividad, la entera responsabilidad de nuestra vida se coloca, no sólo en cada uno de nosotros, sino también en el espacio colectivo. La depresión se presenta como una enfermedad de la responsabilidad en la que domina el sentimiento de insuficiencia. El depresivo no está a la altura, está cansando del deber de ser sí mismo”. (Ehrenberg,
No es sorprendente el hecho de la depresión en la época en la que se afirma como dominante una
ideología de tipo empresarial y competitiva. Desde el comienzo de los años ’80, luego de la derrota de
los movimientos obreros y de la afirmación de una ideología de tipo neoliberal, se ha impuesto
socialmente la idea de que todos debemos considerarnos emprendedores. A nadie le está permitido
concebir la propia vida según criterios más relajados e igualitarios. Quien se relaja corre peligro de
terminar en la cal e, o en hospicio, o en la cárcel. Las l amadas reformas liberales que le fueron
impuestas ininterrumpidamente a una sociedad cada vez más fragmentada, derrotada, impotente a
reaccionar, obnubilada por la ideología predominante, tienden a destruir toda seguridad económica
para los trabajadores y a exponer la vida de estos al riesgo empresarial. En otro tiempo, el riesgo era
un atributo de los capitalistas, que invertían dinero sobre sus propias capacidades y de ahí obtenían
enormes beneficios o dolorosos fracasos. Pero el riesgo económico era un asunto de el os. Los
trabajadores oscilaban entre la miseria y el relativo bienestar, pero no estaban estimulados a
arriesgarse para obtener más. Pero hoy “somos todos capitalistas”, como imponen los ideólogos de las
Reformas, y entonces todos debemos arriesgarnos. Las pensiones ya no se corresponden más con un
ahorro efectuado durante la vida laboral, sino que están ligada a los fondos de pensión que pueden
rendir sumas fabulosas o bien fracasar miserablemente dejándonos en la miseria en la edad senil. La
idea esencial es que todos debemos considerar la vida como un emprendimiento económico, como
una competición en la que hay quienes vencen y, también, quienes salen derrotados.
“El creciente valor de la competencia económica y de la competición deportiva en la sociedad francesa ha promovido un individuo-trayectoria continuamente a la conquista de su identidad personal y del éxito social, encargado de superarse en una aventura empresarial”. (op. cit. pág. 11) “A partir de los años ’80, la depresión entra en una problemática en que domina no tanto el dolor moral cuanto la inhibición, el enlentecimiento y el desaliento: la vieja pasión triste se transforma en una incapacidad de hacer en un contexto en el cual la iniciativa personal es la vara con la que se mide a la
El análisis de Ehrenberg diseña una genealogía de las patologías depresivas en la época de
empresarialización generalizada. Sería interesante una lectura sintomal de este libro y del libro que
recoge el seminario de Foucault de 1979 cuyo título es El nacimiento de la biopolítica: también
Foucault reconoce en la propagación del modelo económico de la empresa en las formas de vida y de
pensamiento el rasgo decisivo de los años en que se afirma el totalitarismo liberal.
“En la empresa, los modelos disciplinarios de tipo fordista dejan su lugar a normas que impulsan al personal a comportamientos autónomos. Gestión participativa, grupos de expresión, círculos de calidad constituyen las nuevas formas del ejercicio de la autoridad tendientes a inculcar el espíritu de empresa en todos los asalariados. Los modos de regulación y de dominio de la fuerza de trabajo se fundan menos en la obediencia mecánica que en la iniciativa: responsabilidad, capacidad de evolucionar, de elaborar proyectos, motivación, flexibilidad delinean una nueva liturgia administrativa. Se trata menos de someter los cuerpos que de movilizar los afectos y las capacidades mentales de todos los trabajadores. Las obligaciones y los modos de definir los problemas cambian: desde mitad de los años ’80, la medicina del trabajo y las investigaciones sociológicas en empresas observan la nueva importancia de la ansiedad de los disturbios psicosomáticos o de las depresiones. La empresa es la antecámara de la depresión nerviosa”. (op. cit. pág. 199)
En los años ’90 explota una nueva moda farmacológica: sustancias como la sertralina (Zoloft) o como
la Fluorexina (Prozac) invaden el mercado. A diferencia de las benzodiazepinas –la familia de la que
parten el Diazepan (Valium) o el Bromazepan (Lexotanil)--, estos nuevos productos no tienen un efecto
hipnótico, relajante y ansiolítico, sino, sobre todo, un efecto euforizante, volviendo posible un
desbloqueo de la inhibición que constituye una de las características de comportamiento de la depresión.
A mitad de los ’90, la década que dio el máximo impulso a la economía cognitiva y que requería de
una movilización total de las energías mentales del trabajo creativo, nació el Prozac, una verdadera
mitología. Este producto se vuelve (y es todavía) uno de los más vendidos en las farmacias de todo el
mundo. Toda la clase dirigente de la economía global entró en un estado de constante euforia de
psicoalteración. Las decisiones económicas de la clase global son un reflejo fiel de las sustancias que
le permitieron a quienes tomaban las decisiones ver sólo el aspecto eufórico del mundo e ignorar
perversamente los efectos de devastación determinados por la euforia económica.
Por años se tomaron decisiones esenciales con las neuronas invadidas de Zoloft y tras haber engul ido
mil ones de comprimidos de Prozac. En un cierto punto, luego de la crisis financiera de la primavera de
2000 y de la crisis política del 11 de septiembre de 2001, la clase dirigente mundial entró en una fase
depresiva. Para encontrar una cura al propio abismo interior, o para remover la verdad depresiva de
una derrota ética, la clase dirigente mundial se inyectó una nueva y peligrosa sustancia: la guerra,
anfetamina útil para relanzar la agresividad destinada, sin embargo, a destruir los residuos de energía
La inversión del futuro El futuro cambia de signo, advierten Miguel Benasayag e Gerardt Schmit en un libro titulado La época de las pasiones tristes, en el que reflexionan sobre una extensa práctica de terapia desarrol ada con
los jóvenes del banlieux parisino. En la época moderna, el futuro era imaginado según la metáfora del
progreso. La búsqueda científica y el emprendimiento económico durante los siglos del desarrol o
moderno estuvieron siempre inspirados en la idea de que la conciencia debía anteceder a un gobierno
cada vez más completo del universo humano. El iluminismo sanciona esta concepción y el positivismo
hace de el a un credo fundamental. Incluso las ideologías revolucionarias marxistas, guiadas por una
visión historicista y dialéctica, imaginan el futuro a partir de un modelo teleológico progresivo. El
presente contiene dentro de sí, en forma de contradicción, las potencialidades que la historia está
destinada necesariamente a resolver. Y de la solución dialéctica de las contradicciones presentes
nacerá una forma social liberada de la miseria y de la guerra, que el movimiento de origen marxista
En la última parte del siglo XX estas premisas filosóficas se han disuelto. Pero sobre todo se ha disuelto
la credibilidad de un modelo progresivo del futuro.
“El futuro, la misma idea de futuro l eva hoy el signo opuesto, la positividad pura se transforma en negatividad y la promesa se vuelve amenaza. Es cierto que los conocimientos se han desarrol ado, pero son incapaces de suprimir el sufrimiento humano, alimentando la tristeza y el pesimismo que inundan todo”. (Benasayag, Schmit: L'epoca del e passioni tristi, Feltrinel i, 2004, pag. 29).
El futuro se transforma en una amenaza cuando la imaginación colectiva se vuelve incapaz de ver
posibles alternativas a la tendencia de devastación, empobrecimiento y violencia. Esta es
precisamente la situación presente porque el capitalismo se ha transformado en un sistema de
automatismos técnico-económicos del que la política no es capaz de sustraerse. La parálisis de la
voluntad (la imposibilidad de la política) es el contexto histórico en el que se sitúa la epidemia
Malalties en l’edat adulta d’origen fetal o en els Publicacions 2011 Sumatori Factor d’Impacte: 113,206 Alarcón A, Baquero F. Grupo de Estudio de la Infección por citomegalovirus de la Sociedad Española de Infectología Pediátrica. Revisión y recomendaciones sobre la prevención, diagnóstico y tratamiento de la infección posnatal por citomegalovirus. An Pediatr (Barc) 2011 ; 74 (1
October 2011 Mission to Timo, Haiti INTRODUCTION One of the primary objectives of the medical team during this trip included treating and preventing anemia with all of its long term consequences. We also strove to provide basic prenatal care and well-child care, and hoped to treat any acute needs such as infections, arthritis, gastritis, headaches and other condition